Si cinco proveedores me pueden vender
energía eléctrica empleando cinco procesos diferentes, con costes
que oscilan entre los 4 y los 70 euros por megavatio, llamar
“coste reconocido de generación” al precio más caro y comprometerme a pagarlo a
todos ellos es una estrategia estúpida que nadie seguiría
con su propio dinero. Cuando se hace así desde lo público es que se ha decidido repartir dinero de los ciudadanos a unos amiguetes.
Tal estrategia provoca un precio de la
electricidad desmedidamente elevado, lo que supone grandes perjuicios
para ciudadanos, y también para las empresas, que ven reducida su
competitividad. ¿Cómo arreglarlo sin perjudicar a nuestros
amiguetes? Nuestros gobiernos lo han venido haciendo de forma que en
nuestras facturas sólo paguemos parte de esa cantidad inflada, y
metiendo el resto debajo de la alfombra, en forma de “déficit de
tarifa”, lo que viene a ser dar un “pagaré” a las eléctricas que
les permita consignar beneficios y mantener su cotización como empresas
solventes y rentables.
Esa deuda asumida, que viene creciendo
año a año y engordando además con sus propios intereses, se ha
convertido en una carga enorme para el Estado, así que tras casi
década y media volvemos a la disyuntiva de reducir los beneficios
astronómicos de nuestros amigos o mantenerlos a costa del resto de
empresas y los ciudadanos.
Respecto a los ciudadanos..., el
gobierno ha decidido contarnos una milonga sobre las culpas del
déficit, achacándolo a las renovables, y matar así dos pájaros de
un tiro: desvían la atención del injusto método de atribución de
costes y eliminan competencia actual y futura.
Respecto a las empresas, las PYMEs al
fin y al cabo son los ciudadanos, así que se les aplica la misma
ley. Por su parte, a las grandes empresas consumidoras de
electricidad (tipo ALCOA, ARCELOR, etc.) se les rebaja el precio a
costa de PYMEs y ciudadanos, que ya puestos a dejarse engañar,
tragan también con la correspondiente justificación peregrina: en caso necesario, si
un día falta energía en algún momento en el sistema eléctrico, pararán
su actividad para evitar problemas de desabastecimento. ¿A quién le importa que eso no
haya sucedido en las últimas décadas, y que de hecho tengamos una
potencia instalada que duplica la que necesitamos?
Y ya que se comenta, tal exceso de
capacidad de generación eléctrica se debe a que durante la burbuja
los amiguetes de las grandes eléctricas se liaron a construír
centrales de gas por si hacía falta más energía y ahora las tienen
muertas de risa, ¡sin sacarles beneficios!, ¿no habrá forma de
echarles una mano para que devuelvan los créditos que pidieron? ¡Pensemos en los pobres banqueros! ¡Pues claro! Si la ciudadanía traga (¿qué digo
traga? ¡se manifiesta para pedirlo!) con los pagos por
interrumpibilidad para las grandes consumidoras, que traguen también
con un pago (lo llamaremos pago por disponibilidad, vamos, por estar ahí por si acaso) para las centrales que no se usan!
En definitiva, ciudadanos y PYMEs
estamos pagando un precio desorbitado por la luz, simplemente porque
los gobiernos de los dos grandes partidos se niegan a cambiar el
sistema de reconocimiento de costes de las empresas eléctricas, que
en lugar de garantizar un beneficio razonable a cada tecnología,
paga a todas ellas el precio de la más cara que se emplee cada día.
Ese precio se eleva además con medidas
estratégicas, sociales y ambientales como son el apoyo a las
renovables y al carbón nacional, así como los costes por
interrumpibilidad a grandes consumidoras y por capacidad a grandes
eléctricas. De todas ellas, las dos últimas carecen a día de hoy
de justificación técnica (sobra capacidad instalada y no es
necesario que se interrumpa la actividad de las grandes
consumidoras), y sin embargo son
los apoyos a renovables y carbón nacional los primeros que el
gobierno va a eliminar, abundando en su línea de ponerse a los pies
del poderoso.
NOTA: Respecto a la responsabilidad de las
renovables en el encarecimiento de la electricidad.
Nuestra tarifa se divide en dos partes,
la del precio de la energía y la de los costes regulados. Es cierto
que buena parte de los segundos corresponden a las primas a las
renovables.
Respecto a la primera parte (el coste de generar
la energía) se fija, como decía al principio, en función del coste
de la energía más cara que usemos cada día. Como la energía
renovable no se almacena, sino que se utiliza cuando se genera, se
introduce cada día en primer lugar y a precio cero en el “mix”
(el conjunto de las fuentes de energía empleadas). Tras ella se van
añadiendo, primero las más baratas y luego las más caras, las
restantes fuentes disponibles (nuclear, gran hidráulica a 4€, nuclear a 14€, carbón a 40€, gas a 60€, fuel a 75€), hasta cubrirse la demanda estimada.
Por tanto, la energía renovable que dispongamos cada día hará
innecesario emplear una energía (antes el fuel a 75€, ahora el gas a 60€)
importada y más cara. Si gracias a las renovables no precisamos emplear el gas, por sernos suficiente con la hidráulica, la nuclear y el carbón, el precio alcanzado en la
subasta será el del carbón y no el del gas. Así el precio que se pagará por TODA la energía generada en
ese día, se habrá reducido, gracias a las renovables, en 20 €/Mw.
Este efecto de reducción del precio
alcanzado en las subastas ha supuesto un ahorro en nuestras facturas
que compensa sobradamente a nuestros bolsillos la totalidad de las
primas recibidas por las renovables (basta pensar que las primas a la eólica, de 20€/Mw, se aplican sólo a la eólica menos de un 20% de la energía consumida, mientras que el sobreprecio de la subasta se aplicaría al 100%). Un detalle muy relevante que se
oculta sistemática e interesadamente cuando los grandes medios
tratan el tema.
(Más detalles en http://observatoriocriticodelaenergia.org/?page_id=658).
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