Las dos Españas: la de las grandes empresas, grandes capitales, grandes bancos, grandes terratenientes, grandes salarios, grandes superficies, grandes partidos y grandes cifras: la España macroeconómica; y la micro, la que se hunde irremisiblemente entre el paro, la precariedad y la emigración, la del abandono exterior e interior que ya no renueva la demanda de empleo porque ya no cobra el paro, que ya no vota, que ya apenas vive.
Hoy dicen los grandes titulares de los
grandes medios - entre fotos de grandes estrellas de los
grandes clubes - que las grandes cifras de las grandes empresas
mejoran, con la bolsa en máximos y la prima en mínimos: que
ya podemos alegrarnos porque mejora la España macroeconómica, la
IBEXpaña.
Mientras, las pequeñas empresas siguen
cerrando, los ciudadanos que conservan su empleo reservan sus
menguados salarios para las pequeñas compras de cada día, abocando
al cierre al pequeño comercio - la realidad a pie de calle es
denunciada por asociaciones ciudadanas y pequeños partidos en
pequeños medios de comunicación -.
Cuando la basura llega al río, lo
primero que notamos es un olor nauseabundo. Luego, mientras se hunde
hacia el fondo, la espuma que se forma de su pudrición emerge
delatora en la superficie. Como el olor ya llevamos años notándolo,
quizás la celebrada recuperación de estos días viene a ser esa espuma de gas podrido, ese magma de burbujas que aprovechan los amigos del poder
para salir a flote.
Mientras, el 99% restante seguimos
braceando, pero nos hundimos con los pies anclados al motón de mierda en que nos
han metido.