Resulta vergonzoso el hecho de que a la hora de programar debates electorales se siga desde los medios atendiendo a los caprichos de los participantes, anteponiendo el criterio de audiencia al de equidad en la información. Lo suyo sería convocar al todos los partidos y si alguno no quiere ir, que no vaya.
Ciertamente habría que poner un límite para que el debate fuera operativo, pero ese debería ser el único límite: los 6-8 partidos con más...¿votos? ¿escaños?
La diferencia es significativa, habida cuenta que la ley electoral perjudica a quienes tienen los votos más repartidos frente a quienes los tienen más concentrados. En este caso, sin embargo, la decisión parece clara: si anteponemos el criterio de escaños, llevamos al debate a dos partidos que sólo se van a presentar en cuatro provicias!! Es un poco ridículo para un debate a nivel estatal.
Al mismo tiempo, obligamos a IU, tercera fuerza política del estado, que triplica los votos de PNV y CiU a compartir su participación con otros pequeños partidos. Puede ser complejo cambiar la ley electoral para que la composición del parlamento refleje más fielmente la distribución de los votos tras el recuento electoral. Pero aplicar la distribución de escaños a los espacios electorales gratuitos o a la participación en debates electorales cuando tenemos ahí la distribución de votos como opción alternativa libre de toda sospecha... es sospechoso.
La explicación de esta tan discutible decisión es tan sencilla como descorazonadora: el comité que dirige la TVE está nombrado por el parlamento, y por tanto adolece de los mismos defectos de representatividad que aquél. Y así el consejo del poder judicial, el tribunal constitucional, etc., etc., etc.
La injusticia del sistema electoral se extiende contaminando a todos los entes públicos nombrados por el parlamento, facilitando de esta manera la permanencia de su injusticia. En nuestras manos está intentar cambiarlo todo de la única manera que nos es permitido, desde abajo.
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