La última encuesta del CIS, realizada a más de 17.000 personas y disponible sin “cocinar” en su página web, resulta una lectura muy recomendable para conocer la calidad del compromiso democrático del electorado español. Veamos algunos de sus resultados:
- A la mayor parte de los votantes la política le importa poco o nada.
- Los españoles desean mayoritariamente que cambie el partido en el gobierno, aunque la opinión general es que de haber estado en el gobierno en estos años el PP lo habría hecho igual o peor que el PSOE, siendo unos pocos menos quienes opinan que lo habría hecho mejor.
- El candidato Rubalcaba inspira poca o ninguna confianza al 60% del electorado, mientras que Rajoy lo hace al 70%. Más sorprendente es que ambos inspiran poca o ninguna confianza a más del 40% de los votantes de sus partidos en 2008.
- A pesar de esa similar desconfianza en sus líderes, un 85% de los votantes del PP en 2008 que aseguran que irán a votar dicen que lo harán por el PP el 20N, mientras que sólo un 45% de los que votaron al PSOE aseguran que volverán a hacerlo en las próximas elecciones.
El votante medio es pues un ciudadano a quien no le importa la política pero en todo caso va a votar al PP o al PSOE, a un candidato en cuyas capacidades y convicciones no confia con el fin de que no ganen “los otros”.
Una situación que no es casual, sino que responde al interés de los propios partidos mayoritarios. En sus manos está promover el debate y la participación, pero en su lugar los medios que controlan dedican más tiempo a culebrones, fútbol, meteorología, concursos y escatología social que a informarnos de las propuestas de los diferentes partidos, restringiendo la información política al slogan diario de los mayoritarios. La calidad de nuestra democracia queda en manos, por tanto, de cada uno de nosotros.
Por nuestra parte, el escaso esfuerzo que hacemos por informarnos nos pone en manos de esa televisión. Sin duda si aparecieran en ella diariamente los líderes del BNG, IU, UpyD o EQUO con sus propuestas se votaría de forma diferente. Pero no es así.
Seamos autocríticos: hoy ya no es complicado acceder a ellos, basta cambiar la pantalla de tv por la del ordenador para encontrar espacios donde la política resulta interesante y hasta apasionante. Hoy es nuestra responsabilidad educar a esos partidos para que mejoren su forma de hacer las cosas, para que defiendan los intereses de los ciudadanos, o incluso, en su caso, movilizarnos para cambiar el sistema. Para ello, debemos aprender a dejar de votar cuando lo que nos proponen no nos convence. Antes de ir a votar el 20N hojee al menos tres programas políticos, decida qué propuestas le convencen más y vote (¡o no!). Y claro, si ese partido gana guarde el programa y dispóngase a exigir su cumplimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario