martes, 15 de octubre de 2013

Fracking


Fracking o fractura hidráulica es una técnica empleada para extraer gas del subsuelo. Tradicionalmente se han venido explotando los yacimientos más rentables, aquellos en que de forma natural los recursos energéticos fósiles se acumularon, en los que con una simple perforación manaban del subsuelo petróleo o gas. En la etapa actual, encontrados y profusamente explotados los depósitos más rentables y con los precios de la energía en ascenso, aparecen técnicas “no convencionales” para el aprovechamiento de yacimientos menos rentables.

En concreto el método de fractura hidráulica pretende extraer el gas atrapado en pequeñas burbujas aisladas en las rocas metamórficas de bajo grado (pizarras, esquistos). Para ello es preciso abrir vías de escape en esas tocas, rompiéndolas mediante la inyección de líquidos a alta presión. Esta técnica esta siendo empleada con éxito en varias zonas de los Estados Unidos, consiguiendo extraer una gran cantidad de gas natural.

La mayor polémica radica en los efectos ambientales y sociales del fracking. Por un lado, como ya hemos comprobado con la inyección de gas en la plataforma Castor, inyectar fluídos a presión en el subsuelo genera sismicidad cuya magnitud y localización es imprevisible. Por otro lado, la red de fracturas creada con la inyección abre nuevos caminos, también imprevisibles, para la circulación del gas, de los líquidos inyectados -ricos en contaminantes altamente peligrosos- y de las aguas subterráneas que alimentan ríos, arroyos y manantiales. Cualquiera puede acceder en la red a las numerosas denuncias en Estados Unidos por envenenamiento de ganado, contaminación de pozos de agua potable y daños por la sismicidad inducida.

Sin embargo, esa no es la única cuestión: la rentabilidad de la extracción de gas por fractura hidráulica en términos puramente económicos y energéticos está también en duda. No hablamos de pinchar un globo y que salga el gas, sino de taladrar un territorio, perforarlo e inyectar fluídos a presión para romper el subsuelo. Obviamente para hacer esto consumimos una gran cantidad de energía, y algunos estudios indican que la energía obtenida del gas recuperado es del mismo orden que la invertida en recuperarlo.

¿Qué sentido tendría que una empresa realizara una actividad que no le reportará beneficio alguno? Ninguno salvo que, como en el caso de la plataforma Castor, no se trate de una actividad netamente privada, sino de una iniciativa pública para garantizar el suministro de gas encargada a una empresa privada: si es rentable, gana la empresa, si no lo es, se incluye una cláusula que garantice que pague el contribuyente. También, sí, aquél a quien envenenaron el agua y el que no duerme por la sismicidad inducida.

Pues bien, el pasado miércoles el Senado dio luz verde al fracking, previa Declaración de Impacto Ambiental, para los proyectos de competencia estatal por afectar a varias comunidades autónomas. Terrenos pizarrosos, territorios intercomunitarios, competencia estatal... conviene ir levantando las orejas en nuestra Reserva de la Biosfera Oscos Eo e Terras de Burón.

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