Ciertamente estos ministros son más viejos que los anteriores. No digo más maduros ni mejores gestores, algo que sería de agradecer y que a menudo se adquire con la edad, lamentablemente me refiero a viejos en un sentido peyorativo: esa vertiente de la vejez que nos hace cerrarnos a todo lo que viene, sea bueno o malo, a renunciar a aprender e interesarse por lo nuevo. En un mundo que va tan deprisa como el nuestro, elegir las opciones del pasado puede llevarnos a un retraso aún mayor. Por el contrario, si somos los primeros en optar por el futuro, podemos adelantar una década con respecto a nuestros vecinos más conservadores.
Lo digo porque si hay una opción meridianamente clara en la actualidad, por la que conviene optar cuanto antes por razones sociales y ambientales, y por tanto económicas, es por la economía verde. Aún nadie sabe exactamente cómo va a funcionar, pero hay indicios por todas partes de que hay que correr hacia las renovables, hacia la agricultura y ganadería ecológicas, hacia la protección ambiental, a la limitación de la contaminación en la agricultura y la industria, a la movilidad sostenible, la bicicleta, el coche eléctrico y el ferrocarril, hacia el consumo medido y los trabajos de media jornada con horarios compatibles con el de nuestros hijos. El sueldo, el suficiente.
Pero no parece que vayan por ahí los tiros. Prórroga a las nucleares, prospecciones de petróleo en Canarias, regasificación en Tenerife, tarifa de la luz congelada (¿callan las eléctricas?), revisión de la ley de Costas ("¡nos gustan los chiringuitos!!"), vuelve a colear el pacto del agua de Aragón y el trasvase del Ebro... Ocho años para pensarlo, pero no traen ninguna idea nueva. Ya entonces no eran unos visionarios.
Qué más da: corra el dinero para constructoras y energéticas, y los bancos, sus accionistas, a costa de nuestros impuestos para proyectos sin futuro en un país sin visión de futuro.
Tal vez piensen que va a volver el milagro de Seseña, y a coger el tren en marcha donde lo dejaron, pero han pasado cuatro años, y ahora las cosas las vemos de otro modo: hubo burbuja, hubo Prestige, hubo e-coli, hubo crisis financiera, hubo revoluciones, hubo Fukushima y hubo 15-M. Las cosas ya no las vemos como entonces, hay cosas que ya no podemos creer.
Coño, que larga se me está haciendo esta legislatura.
Si, ya es demasiado larga. Que hay de recambio?
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