Contra lo que pueda parecer, hay otra crisis global más allá de la financiera. Otra crisis que estaba antes y que seguirá empeorando mientras nuestros políticos no sean capaces de mirar más allá de los cuatro años de su mandato, ni nosotros capaces de obligarles a ello.
Se trata de la crisis que va a hacer desaparecer nuestras playas, a dejar inútiles nuestros puertos, a destrozar nuestros puentes y carreteras y obligarnos a incrementar nuestros impuestos para hacer frente a las seguías e inundaciones cada vez más frecuentes. La que, de no hacer nada al respecto, elevará las temperaturas en 6ºC en los próximos 50 años.
Se trata de la crisis ambiental, la del cambio climático, aquélla por la que el consenso científico mundial pide compromisos a políticos y ciudadanos, por la que la Asociación Internacional de la Energía dice en su último informe que se nos cierra la ventana temporal para tomar acciones decididas, que se nos acaba el tiempo para actuar.
De aquí en 20 años (mañana) podemos estar viviendo un auténtico apocalipsis de sequías, inundaciones, temporales y tormentas tropicales relacionadas con este calentamiento. Cuando nuestros hijos sean mayores se preguntarán por qué no hicimos nada cuando estábamos a tiempo, por qué no reaccionamos cuando los científicos lo advirtieron.
Mira a tu hijo y dile que no te importa su futuro. Que no vas a reducir el uso del coche, que no vas a reclamar la prórroga de Kioto, que no vas a apoyar a los partidos comprometidos con el medio ambiente. Que no te interesa, que no te lo crees, que los científicos se equivocan y “tus” políticos saben lo que hacen. Que ni siquiera sabes lo que piensan “tus” políticos favoritos al respecto.
O mejor, no le digas nada. Con un poco de suerte habrás muerto antes de que nadie pueda culparte de esta postura nuestra de inacción e hipócrita ingenuidad ante el derrumbe por todos los frentes de nuestra civilización.
Pero eso ya es otra crisis.
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