No sé si lo he dicho ya aquí, a menudo me repito (: los años; y la pereza de volver a leer las entradas), me da cierta pena ver a los políticos locales reuniéndose con las asociaciones de vecinos para que éstas les lean su carta a los reyes magos. Entiendo que su interés por escuchar esas peticiones radica en que piensan emplearlas para diseñar con ellas su programa electoral. No sé si en esas reuniones ellos les han trasladado también sus propuestas, en cualquier caso éstas no las he leído en los medios.
A mi modo de ver, el político debe ser un líder: es la persona que ha estudiado los problemas y ha encontrado las soluciones, nos las cuenta, nos convence y le votamos. Si el politico viene a preguntarnos lo que queremos que haga, lo mejor es que el concello funcione a modo de asamblea, porque el pueblo llano no planifica: habla sobre la marcha, intuitivamente; no tiene tiempo para estudiar los problemas, no tiene experiencia ni conoce las leyes que condicionan la viabilidad de las diferentes soluciones. En una asamblea podrían analizarse las propuestas detenidamente.
Si no es así, son los partidos políticos quienes deben estudiar nuestra situación, analizar situaciones análogas en otros momentos o territorios y encontrar las soluciones más acertadas. Y explicárnoslas.
Tras una reunión con una asociación de vecinos el político puede conocer sus actuales preocupaciones: una residencia de ancianos, más plazas de parking... pero no va a encontrar la solución a la reactivación económica tras el parón inmobiliario, ni al ocaso del eucalipto o a los problemas de la ganadería intensiva y el despoblamiento rural. Tampoco tratará de la sedimentación en la ría, ni del colapso de la playa de las catedrales, de la desaparición de la actividad pesquera o los problemas de las mariscadoras. Sin embargo, son esos los problemas cruciales de nuestro concello.
Fuera de la actividad comercial, a la que no le veo más problema que la coyuntura, la frenética actividad de la construcción durante los últimos 15 años ha ocultado los problemas estructurales del resto de las actividades que desde siempre han ocupado a los ribadenses. Desaparecida ésta se hace evidente la necesidad de recuperar los recursos que hemos ido dejando perderse a lo largo de las últimas décadas, desde el convencimiento de que aquélla no regresará, al menos en la forma y magnitud de estos años pasados, y de que es mejor para todos que no lo haga.
Ojalá que la campaña se centre, por tanto, en desarrollar propuestas viables a largo plazo ambiental y económicamente, para las restantes actividades. No orientadas a conseguir dos años más de ayudas incondicionales a prácticas insostenibles con cargo a nuestros vecinos, sino a reorientar hacia la sostenibilidad las prácticas cortoplacistas que ya dan muestras claras de agotamiento.
Aprovechemos estas pocas semanas que nos concede nuestro tacaño formato democrático para al menos poner las bases de un debate que nos permita entender por qué estamos en el camino equivocado, qué han hecho otros antes que nosotros en esta situación y así tal vez empecemos a vislumbrar la salida del túnel. Siguiendo con el símil ferroviario, es penoso ver que, a día de hoy, la única propuesta parece ser intentar poner en marcha el tren descarrilado, sin querer reconocer que esos raíles por los que circulábamos eran en realidad una vía muerta. Olvidemos el tren, hay un paseo precioso a pie, por aquí, sin ir muy lejos. Tal vez el accidente nos haya salvado.
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