martes, 12 de noviembre de 2013

El déficit tarifario, sencillo y rápido



Si cinco proveedores me pueden vender energía eléctrica empleando cinco procesos diferentes, con costes que oscilan entre los 4 y los 70 euros por megavatio, llamar “coste reconocido de generación” al precio más caro y comprometerme a pagarlo a todos ellos es una estrategia estúpida que nadie seguiría con su propio dinero. Cuando se hace así desde lo público es que se ha decidido repartir dinero de los ciudadanos a unos amiguetes.
Tal estrategia provoca un precio de la electricidad desmedidamente elevado, lo que supone grandes perjuicios para ciudadanos, y también para las empresas, que ven reducida su competitividad. ¿Cómo arreglarlo sin perjudicar a nuestros amiguetes? Nuestros gobiernos lo han venido haciendo de forma que en nuestras facturas sólo paguemos parte de esa cantidad inflada, y metiendo el resto debajo de la alfombra, en forma de “déficit de tarifa”, lo que viene a ser dar un “pagaré” a las eléctricas que les permita consignar beneficios y mantener su cotización como empresas solventes y rentables.
Esa deuda asumida, que viene creciendo año a año y engordando además con sus propios intereses, se ha convertido en una carga enorme para el Estado, así que tras casi década y media volvemos a la disyuntiva de reducir los beneficios astronómicos de nuestros amigos o mantenerlos a costa del resto de empresas y los ciudadanos.
Respecto a los ciudadanos..., el gobierno ha decidido contarnos una milonga sobre las culpas del déficit, achacándolo a las renovables, y matar así dos pájaros de un tiro: desvían la atención del injusto método de atribución de costes y eliminan competencia actual y futura.
Respecto a las empresas, las PYMEs al fin y al cabo son los ciudadanos, así que se les aplica la misma ley. Por su parte, a las grandes empresas consumidoras de electricidad (tipo ALCOA, ARCELOR, etc.) se les rebaja el precio a costa de PYMEs y ciudadanos, que ya puestos a dejarse engañar, tragan también con la correspondiente justificación peregrina: en caso necesario, si un día falta energía en algún momento en el sistema eléctrico, pararán su actividad para evitar problemas de desabastecimento. ¿A quién le importa que eso no haya sucedido en las últimas décadas, y que de hecho tengamos una potencia instalada que duplica la que necesitamos?
Y ya que se comenta, tal exceso de capacidad de generación eléctrica se debe a que durante la burbuja los amiguetes de las grandes eléctricas se liaron a construír centrales de gas por si hacía falta más energía y ahora las tienen muertas de risa, ¡sin sacarles beneficios!, ¿no habrá forma de echarles una mano para que devuelvan los créditos que pidieron? ¡Pensemos en los pobres banqueros! ¡Pues claro! Si la ciudadanía traga (¿qué digo traga? ¡se manifiesta para pedirlo!) con los pagos por interrumpibilidad para las grandes consumidoras, que traguen también con un pago (lo llamaremos pago por disponibilidad, vamos, por estar ahí por si acaso) para las centrales que no se usan!
En definitiva, ciudadanos y PYMEs estamos pagando un precio desorbitado por la luz, simplemente porque los gobiernos de los dos grandes partidos se niegan a cambiar el sistema de reconocimiento de costes de las empresas eléctricas, que en lugar de garantizar un beneficio razonable a cada tecnología, paga a todas ellas el precio de la más cara que se emplee cada día.
Ese precio se eleva además con medidas estratégicas, sociales y ambientales como son el apoyo a las renovables y al carbón nacional, así como los costes por interrumpibilidad a grandes consumidoras y por capacidad a grandes eléctricas. De todas ellas, las dos últimas carecen a día de hoy de justificación técnica (sobra capacidad instalada y no es necesario que se interrumpa la actividad de las grandes consumidoras), y sin embargo son los apoyos a renovables y carbón nacional los primeros que el gobierno va a eliminar, abundando en su línea de ponerse a los pies del poderoso.

NOTA: Respecto a la responsabilidad de las renovables en el encarecimiento de la electricidad.
Nuestra tarifa se divide en dos partes, la del precio de la energía y la de los costes regulados. Es cierto que buena parte de los segundos corresponden a las primas a las renovables.
Respecto a la primera parte (el coste de generar la energía) se fija, como decía al principio, en función del coste de la energía más cara que usemos cada día. Como la energía renovable no se almacena, sino que se utiliza cuando se genera, se introduce cada día en primer lugar y a precio cero en el “mix” (el conjunto de las fuentes de energía empleadas). Tras ella se van añadiendo, primero las más baratas y luego las más caras, las restantes fuentes disponibles (nuclear, gran hidráulica a 4€, nuclear a 14€, carbón a 40€, gas a 60€, fuel a 75€), hasta cubrirse la demanda estimada. Por tanto, la energía renovable que dispongamos cada día hará innecesario emplear una energía (antes el fuel a 75€, ahora el gas a 60€) importada y más cara. Si gracias a las renovables no precisamos emplear el gas, por sernos suficiente con la hidráulica, la nuclear y el carbón, el precio alcanzado en la subasta será el del carbón y no el del gas. Así el precio que se pagará por TODA la energía generada en ese día, se habrá reducido, gracias a las renovables, en 20 €/Mw.
Este efecto de reducción del precio alcanzado en las subastas ha supuesto un ahorro en nuestras facturas que compensa sobradamente a nuestros bolsillos la totalidad de las primas recibidas por las renovables (basta pensar que las primas a la eólica, de 20€/Mw, se aplican sólo a la eólica menos de un 20% de la energía consumida, mientras que el sobreprecio de la subasta se aplicaría al 100%). Un detalle muy relevante que se oculta sistemática e interesadamente cuando los grandes medios tratan el tema.
(Más detalles en http://observatoriocriticodelaenergia.org/?page_id=658).

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