domingo, 25 de diciembre de 2011

Gonípteros

O 70% da nosa comarca é terreo forestal, maioritariamente (moi maioritariamente) plantado de eucalipto. Tan enorme monocultivo é lóxicamente o paraíso para calquera organismo que se alimente del. Agora temos o goníptero, que na súa etapa larvaria aliméntase das follas, secando as árbores e levando a tan importante actividade económica a unha grave crise.

Temos un refrán que di que non é bo poñer todos os ovos na mesma cesta, pero neste tema non lle estamos a facer caso: non contentos con termos todo o monte plantado coa mesma especie, metemos o eucalipto nas parcelas de concentración, onde a rendibilidade a racionalidade e mesmo a legalidade están en contra.

A enorme inversión pública feita cos cartos de todos para acadar explotacións viables non pode terminar na xeneralización dunha práctica ilegal consentida por unha administración que mira cara a outro lado esquecendo a súa obriga de vixilancia. Estas parcelas constitúen a base territorial que precisan as explotacións agrícolas ou gandeiras da Mariña para non depender de recursos externos cada día máis caros, e non deben transformarse nunha vía de saída dos capitais ecolóxicos do noso rural cara as cidades ou vilas nas que vivan, hoxe ou mañá, uns propietarios absentistas.

A proliferación do eucalipto beneficia particularmente quen compra a súa madeira a prezos baixos, deixando atrás solos esquilmados, nula biodiversidade, regos secos e elevados riscos de lume. Económicamente, se restamos ao seu rendemento os cartos das subvencións, os investidos na prevención de lumes, ou os que se poidan achegar para loitar contra as pragas, probablemente as contas non darían unha elevada rendibilidade económica significativa para o global da sociedade.

Pronto a crise vainos demostrar a importancia de contar cun rural vivo, de recuperar a produción agrícola e gandeira que tivemos fai décadas, diversa e ecolóxicamente sostible. Mentres chega ese momento, seguen florecer as plantacións ilegais por todas partes. Non ven, non queren ver ou quizáis é que pensan que de ser preciso, podemos facer como o goniptero e acabar comendo tamén nós a folla do eucalipto.

Ministros sobradamente preparados

Es lamentable el desprecio que el Partido Popular muestra con los temas ambientales.
No hablo de la demostración en primera persona de Mariano Rajoy, quien como Aznar en su día, cuestionó el calentamiento de origen antrópico a partir de los comentarios caseros de su primo físico. Los presidentes no tienen necesidad de saber de todo, pueden aprenderlo en "dos tardes".
Me refiero a su obstinación en nombrar a máximos responsables del ramo que no tienen ni idea (y por tanto ningún interés) sobre el ministerio que van a dirigir.
Hoy el nuevo ministro de Medio Ambiente, Arias Cañete, repite la declaración que en su día hizo la anterior ministra del ramo (del último gobierno popular), de cuyo nombre no puedo acordarme, al reconocer en su toma de posesión que "el medio ambiente son aguas desconocidas" para él.
Es algo que ciertamente demostró en su etapa como ministro de agricultura, apoyando un trasvase ruinoso que felizmente evitamos construir, y que hoy amenaza con volver a la palestra para sanear los bolsillos de las constructoras y sus accionistas a costa de los nuestros.
¿Para cuándo un ministro de medio ambiente "sobradamente preparado"? ¿Cuándo aprenderán que nuestra preocupación ambiental es egoísta, y que cuando hacemos las cosas sin pensar en sus consecuencias ambientales acaban volviéndose en contra nuestra? No a más obras sin sentido, bienvenida sea la austeridad en el ministerio de medio ambiente de Arias Cañete.

martes, 6 de diciembre de 2011

El Sistema, despatarrao

Resulta que llevábamos tres décadas intentando formular una transición del crecimiento sostenido al crecimiento sostenible, y luego al desarrollo sostenible. La cosa era que la economía iba bien, pero nos parecía que las otras dos patas, la del medio ambiente y la del bienestar de la población, iban por mal camino, así que intentábamos buscar fórmulas para que las tres patas del sistema se fortalecieran al mismo ritmo.
Y es que el tema ambiental estaba fatal, consumíamos con tal desafuero cosas mayormente prescindibles que precisábamos más de cuatro planetas para sostener ese ritmo. Y en cuanto a la sociedad, cada vez veíamos más desigualdades entre la minoría pudiente y dominante, y la base social, tanto dentro de nuestros países occidentales como a nivel planetario.
Y en esas estábamos, considerando que este sistema era eficaz en lo económico pero deficiente en lo social y ambiental, cuando de repente se nos desploma la pata económica. Por lo visto tenía una carcoma enorme por dentro, y toda la fortaleza que exhibía era sólo aparente. Lo que creíamos duro como una piedra resultó ser un buñuelo de viento.
Tras este sorprendente suceso, no tiene sentido andarnos con parches. Si ni siquiera la pata económica estaba bien, desde luego el funcionamiento social y ambiental del sistema tienen poco que conservar: ahora sólo nos queda repensarlo todo desde el principio.
Habremos de construir un nuevo sistema desde abajo, empezando por nuestro entorno local, por nuestra tribu, nuestro pueblo, nuestro barrio. Un sistema que sea compatible con la calidad de nuestro entorno ambiental, que nos permita vivir con dignidad, que nos permita tener tiempo para compartir con familia y amigos y que, aunque no nos dé para grandes lujos, al menos nos permita tener un techo, comida y calor para todos. Cosas que este sistema tan ostentoso no fue capaz de garantizarnos.
Bueno, todavía quedan algunos allí en Bruselas tratando de inyectar cola blanca en la pata carcomida de la economía financiera, pero se les sale por todas partes. Entiendo que estén desesperados: a ellos les iba bien y es lógico que quieran volver a poner el edificio en pie. Los demás no perdemos gran cosa, al contrario, creo que tras el susto inicial, pronto nos daremos cuenta de que este suceso inesperado nos ha salvado la vida.

Durban y otras crisis

Contra lo que pueda parecer, hay otra crisis global más allá de la financiera. Otra crisis que estaba antes y que seguirá empeorando mientras nuestros políticos no sean capaces de mirar más allá de los cuatro años de su mandato, ni nosotros capaces de obligarles a ello.
Se trata de la crisis que va a hacer desaparecer nuestras playas, a dejar inútiles nuestros puertos, a destrozar nuestros puentes y carreteras y obligarnos a incrementar nuestros impuestos para hacer frente a las seguías e inundaciones cada vez más frecuentes. La que, de no hacer nada al respecto, elevará las temperaturas en 6ºC en los próximos 50 años.
Se trata de la crisis ambiental, la del cambio climático, aquélla por la que el consenso científico mundial pide compromisos a políticos y ciudadanos, por la que la Asociación Internacional de la Energía dice en su último informe que se nos cierra la ventana temporal para tomar acciones decididas, que se nos acaba el tiempo para actuar.
De aquí en 20 años (mañana) podemos estar viviendo un auténtico apocalipsis de sequías, inundaciones, temporales y tormentas tropicales relacionadas con este calentamiento. Cuando nuestros hijos sean mayores se preguntarán por qué no hicimos nada cuando estábamos a tiempo, por qué no reaccionamos cuando los científicos lo advirtieron.
Mira a tu hijo y dile que no te importa su futuro. Que no vas a reducir el uso del coche, que no vas a reclamar la prórroga de Kioto, que no vas a apoyar a los partidos comprometidos con el medio ambiente. Que no te interesa, que no te lo crees, que los científicos se equivocan y “tus” políticos saben lo que hacen. Que ni siquiera sabes lo que piensan “tus” políticos favoritos al respecto.
O mejor, no le digas nada. Con un poco de suerte habrás muerto antes de que nadie pueda culparte de esta postura nuestra de inacción e hipócrita ingenuidad ante el derrumbe por todos los frentes de nuestra civilización.
Pero eso ya es otra crisis.