domingo, 26 de febrero de 2012

Do Espazo Ecogaleguista


Cada un de nós temos a nosa ideoloxía, produto das nosas vivencias, amizades e lecturas, dos nosos antecedentes familiares e as nosas reflexións. As veces atopamos outra xente que pensa dun xeito similar e xuntámonos para compartir inquedanzas e deseñar iniciativas que melloren a nosa calidade de vida ou resolvan problemas no contorno veciñal e local.
Porén, a participación veciñal de base atopa límites nas súas competencias cando as decisións pasan a estar nas mans dos representantes políticos. A democracia representativa outorga aos partidos políticos un papel dominante na xestión do común, polo que para poder participar nas decisións máis transcendentes hai que formar parte dun deses partidos: cantos máis cidadáns se integren nun partido, maior capacidade de decisión. Pola outra banda, ao crecer o número de participantes, multiplícanse as posibilidades de que aparezan no seu seo sensibilidades diferentes, polo que os partidos máis grandes adoitan estar integrados por “correntes”, grupos de persoas cunha liña de opinión que amosa diferencias significativas cos outros integrantes.
O feito de permanecer xuntas diferentes correntes dentro dun mesmo partido ten unha explicación electoral: no noso sistema a unión fai a maioría. O mérito do Partido Popular na actualidade é o convencemento de todas as sensibilidades da dereita de que só xuntas teñen opcións de goberno, integrando na mesma lista candidatos centristas, ultracatólicos e neocons. A nebulosidade do seu último programa electoral ben podería reflectir a imposibilidade de consensuar propostas concretas aceptables simultaneamente pola base social de todas as sensibilidades.
A esquerda non ten chegado a desenvolver ese espírito pragmático, e prefire a escisión das diferentes sensibilidades, orgullosos da homoxeneidade ideolóxica de cada partido a costa da perda de influenza na vida política. Porén, se o obxecto da militancia nun partido político non é o debate entre amigos, senón a capacidade de influír nas decisións que afectan á vida dos nosos concidadáns, a incapacidade de xuntarse e definir un programa común para os vindeiros catro anos non debe aplaudirse senón denunciarse.
Os galegos de esquerda debemos esixir aos partidos que apoiamos o acordo dunhas liñas programáticas comúns  e alternativas ás propostas da dereita, e a converxencia nas próximas eleccións nunha candidatura roxa e verde (porque ningunha delas pode existir sen a outra no longo prazo), na que o importante non sexan as persoas, senón a defensa dese programa alternativo. O recentemente creado Espazo Ecogaleguista ben podería ser ese foro de converxencia, o polo desde o que se deseñara o programa e se artellaran as coalicións, coas propostas de todos, con vistas á participación electoral.
Non se trata de asinar un compromiso de por vida, non fai falta casarse. Simplemente, se eu vou cara a Suecia e ti a Moscú, ben podemos saír a camiñar xuntos. Quen sabe se falando polo camiño acabemos decidindo irmos os dous até Islandia.

jueves, 23 de febrero de 2012

Repartiendo el empleo

Cuando cursaba bachillerato (hace siglos!) ya los avances tecnológicos eran evidentes, y la mejora de la productividad llevaba a los futurólogos a imaginar para el siglo XXI la que dieron en llamar la civilización del ocio: “Con unas pocas horas de trabajo podremos producir en la mitad de tiempo lo que hoy fabricamos, por lo que en el futuro tendremos que pensar detenidamente cómo disfrutar de tanto tiempo libre”.
En algún momento erramos el camino. Alguien nos convenció de que era necesario trabajar mucho para tener un coche nuevo, una casa más grande, y después muchas otras cosas que, por no existir entonces, no sabíamos que eran imprescindibles. Yo debí golpearme la cabeza hace diez años y recordé la vieja idea, y consideré que efectivamente ese era el camino correcto, el único esquema social y ambientalmente viable en el futuro: trabajar menos y trabajar todos, y a cambio ganar menos, consumir menos y generar menos residuos.
Sin embargo, por lo general esta postura no ha recibido comprensión ciudadana (¿ganar menos? ¡si apenas llego a fin de mes!), ni atención de los medios, ni apoyo de los sindicatos, ni se ha incluido en el programa de los partidos políticos (ni siquiera los de izquierdas), que acostumbran a ir detrás y no delante de la opinión publicada.
Por eso, cuando el mes pasado vi a patronal y sindicatos firmar un acuerdo para evitar despidos en empresas en dificultades consistente precisamente en trabajar menos y trabajar todos, a cambio de ganar menos, tuve la feliz sensación de no estar loco, y de encontrarme tal vez ante el inicio de un cambio en la consideración social de esta idea: si todos vemos razonable esa solución para una empresa en dificultades, ¿por qué no habríamos de verla igualmente razonable para un país en dificultades?
Si tenemos un 20% de paro, ¿por qué no reducir la jornada laboral y los salarios en un 20%, y emplear a todos los parados repartiendo el empleo actualmente existente? No pude evitar comentar (como quien “se me acaba de ocurrir”) mi teoría con familia y amigos, obteniendo el consabido “¿ganar menos? ¡si apenas llego a fin de mes!”
Por eso, cuando a continuación el Gobierno con su reforma laboral abre la puerta a que el empleador nos rebaje el sueldo sin negociar, sin reducir el horario y sin incorporar desempleados, los miro de reojo pero no me atrevo a decirles nada.

martes, 21 de febrero de 2012

¿Recesión o decrecimento?


A finales de Marzo España entrará oficialmente en recesión, al cumplirse dos trimestres seguidos de descenso de la actividad económica, medida a través del PIB. Ese descenso, que hoy vemos como un problema por sus consecuencias en el desempleo, es sin embargo una necesidad urgente a escala global.
En efecto, vivimos en un planeta con unas dimensiones determinadas, que tiene por tanto una capacidad limitada de proporcionarnos recursos (energéticos, alimentarios y de todo tipo) así como de absorber y degradar nuestros residuos. El incremento continuado y eterno de la actividad económica que siguen planteando hoy nuestros líderes de opinión (presidente, jefe de la oposición, empresarios, sindicatos, periodistas y tertulianos) es obviamente imposible en un mundo de dimensiones limitadas. De hecho, los cálculos realizados por la “Global Footprint Network”, entidad dedicada a cuantificar los efectos de nuestras actividades en el medio ambiente (la denominada huella ecológica), estiman que los hábitos de los españoles suponen consumir cerca de cuatro veces los recursos planetarios que nos corresponden: vivimos un 400% por encima de nuestras posibilidades.
¿Es entonces buena y necesaria la recesión? En un aspecto sí: la reducción generalizada del consumo supone un descenso en las emisiones derivadas de la producción energética y una reducción de la cantidad de residuos generados: menos contaminación, menos velocidad de agotamiento de nuestros recursos, en suma. Sin embargo, la opción de una prolongada recesión, de una caída prolongada y generalizada de los precios sin ningún control por las autoridades, nos lleva a un incremento aún mayor del desempleo y a la caída en la pobreza de amplios sectores de la población.
¿Es preciso pues, recuperar el crecimiento para reducir el desempleo? Como vimos, el crecimiento crea problemas ambientales a corto plazo y es imposible de mantener a largo plazo: en un futuro no lejano habremos de toparnos con límites físicos al mismo, debidos al agotamiento de los recursos. De hecho, algunos autores que dicen que ésta crisis no es una más, sino la definitiva, hemos llegado al tope, como indica la multiplicación por cinco del precio del petróleo: ya no podemos crecer más. Queda, sin embargo, una opción alternativa al sálvese quien pueda que seguirá a la recesión y la deflación a que nos encaminamos: se trata del decrecimiento ordenado.
Asumida la imposibilidad del crecimiento eterno, debemos aprender a compartir en primer lugar, el empleo, de forma que nadie se quede fuera del sistema. Esta medida esencial, hasta hace poco tachada de ilusoria y utópica, se considera hoy básica para poder evitar despidos en empresas en dificultades. Si estamos dispuestos a trabajar por un 80% de nuestro salario para no ir a engrosar las cifras del paro, ¿por qué no hacerlo para incorporar al mercado de trabajo a nuestros parados? Eliminado el paro, se acaba el riesgo de irse al paro y por tanto sube la confianza y la posibilidad de plantearse proyectos a largo plazo: vivienda, familia, empresas. Jornadas más cortas benefician el crecimiento cultural de los ciudadanos, la vida familiar y comunitaria, el asociacionismo y la participación en la vida pública.
El decrecimiento ordenado es el único camino coherente con nuestros actuales conocimientos sobre la capacidad del planeta de sustentar nuestra civilización y con el mantenimiento y extensión del estado del bienestar. Urge situar esta cuestión en el centro del debate político, a todos los niveles.

domingo, 19 de febrero de 2012

Pepiño, limpio

A falta de sentencia definitiva sobre el asunto, parece que los peritos desmontan la acusación de Dorribo. No se trata de que sea "no culpable", ni de que haya prescrito, sino de que (si se confirma) es inocente.
Me pregunto si habrá disculpas públicas de quienes sentenciaron anticipadamente, y si hay condena añadida contra el que acusa falsamente.
Bueno, en realidad sólo me pregunto lo segundo.

domingo, 12 de febrero de 2012

A la competitividad por el dumping social

Ya no quedan dudas, el gobierno popular apuesta, tal como le recomendaron en Moncloa los empresarios del Ibex, por ayudar a nuestros campeones nacionales a competir en el mercado global.
Contrariamente a su discurso oficial de la I+D+i, la cultura del esfuerzo en la educación, etc., su reforma laboral evidencia que opta por la forma "rápida y sucia" de la competitividad, el dumping social: precariedad y salarios bajos.
Puede esto sorprender a quien les creyera cuando repetían hasta el hastío que había que ayudar a las pequeñas y medianas empresas, que emplean al 80% de la masa laboral, porque generalizar la precariedad supondrá profundizar la crisis del consumo interno afectando gravemente a las Pymes. La carrera de rebajas salariales, que en principio pueden ver los empresarios como una oportunidad, es una carrera hacia el cierre por la caída en las ventas.
El problema es que esta opción de la exportación es ave de corto vuelo, porque nuestros  amigos europeos tienen también sus cuentas en la cuerda floja y es de esperar que reaccionen a esta reforma haciendo lo propio: nos convertimos así en excusa para nuevos recortes sociales en los países de nuestro entorno.
Más que una opción de futuro estamos, pues, ante una estrategia de la derecha neoliberal europea de acabar con el estado del bienestar.
Una vez acabado el mercado del bienestar en Europa, supongo que nuestros sabios gobernantes esperan que vendamos nuestros productos a los países emergentes, pero sucede que su crecimiento se basa en nuestro consumo, con lo que lo más probable es que para entonces tal crecimiento ya no exista. Pero no adelantemos noticias, que eso ya nos lo dirán en su momento.

La cosa es que la carrera de la precariedad ha comenzado, y sólo acabará cuando, hartos el 99%, mandemos a ese insaciable 1% de cabeza al mar.
O también podemos hacerlo ya y evitarnos todo este incómodo periodo decadente.

PD: Eso sí, admitamos que mientras los griegos se quejan porque se recorta su salario mínimo de 800€ en un modesto20%, aquí Rodrigo Rato ha soportado estoicamente y en silencio la rebaja de su sueldo desde 2.000.000 a sólo 600.000€. Un ejemplo a seguir.

PD2: Me pido ségun!

miércoles, 8 de febrero de 2012

CLIP, la Coalición "La Izquierda Pragmática"

Envidio a la gente de derechas porque no tiene que pensar a quién vota. Quien sintoniza más con ideologías de izquierda (más estado, más medio ambiente, más solidaridad, más federalismo) se ve obligado ante cada convocatoria electoral a exprimirse el cerebro entre votos más o menos útiles, entre más o menos estado, más o menos medioambiente, o más o menos solidaridad, más o menos federalismo.
En el electorado popular observamos que los obispos piden el voto para mujeres inseminadas artificialmente emparentadas con antiguos amantes, los liberales votan a alcaldes franquistas, los antiguos regionalistas votan tranquilamente a nacionalistas españoles y que una vicepresidenta casada por lo civil comparte mesa sin mayor problema con los Legionarios de Cristo.
Mientras tanto, nosotros rompemos los partidos y creamos otros nuevos sin siquiera saber en qué se concretan las insalvables diferencias ideológicas que nos condenan a la marginalidad parlamentaria, y por tanto mediática, y por tanto social, en esta sociedad en que sólo existe lo que sale en la tele.
Me pregunto si en este momento de efervescencia de las redes sociales sería posible crear un movimiento ciudadano (en paralelo al 15M) que pudiera integrar quienes nos situamos a la izquierda del PSOE para definir un programa de mínimos en el que pudieran converger los partidos de este ámbito.
Sería un programa con un alcance de una sóla legislatura: 40 medidas consensuadas exclusivamente para defender en los 4 años correspondientes, que redactaríamos haciendo la intesección de los programas de IU, BNG, EQUO, PUM+J, PA, etc., de forma que los objetivos finales irrenunciables e irreconciliables de cada formación (independencia, república, prohibición de comer carne, o cualquiera otro) no supongan un obstáculo para el acuerdo.
Propongo para el engendro el nombre de CLIP, la Coalición de La Izquierda Pragmática.

sábado, 4 de febrero de 2012

15M, tres citas para unha convocatoria

Mañá domingo ás 12:00 temos manifestación en Lourenzá promovida pola asemblea do 15M na Mariña e o Occidente de Asturias, en apoio aos traballadores despedidos de Hermida e en contra en xeral dos EREs en marcha e os peches de empresas na nosa comarca.
Coido que a maior parte dos cidadáns están de acordo en xeral coas demandas do movemento 15M, e en particular co apoio aos afectados por estes procesos, porén a participación é xeralmente baixa neste tipo de convocatorias. Interpreto que a baixa participación pode deberse a tres causas.
A primeira, a do distanciamento de cada un de nós da problemática particular de cada empresa. Acertadamente nos carteis que informaban desa manifestación se xogaba co poema coñecido como “cando os Nazis viñeron”, que lembraba a inacción do pobo xermano ante o xenocidio, primeiro aos xudeus, despois aos comunistas, despois aos xitanos, sen que ninguén dixera nada... “ finalmente viñeron por min, pero xa non quedaba ninguén para me defender..."
De igual xeito, pensar que o incremento progresivo do paro e a redución conseguinte de actividade económica na comarca non nos vai afectar a todos e cada un de nós é de unha inocencia enorme. Loitar por unha solución diferente ao incremento do paro en todos os casos nos que existan alternativas viables é loitar polo noso futuro particular, o dos nosos veciños e o do nosos fillos.
A segunda posibilidade é que haxa xente que non vexa útil este tipo de movementos, que non serven para nada e que non nos van facer caso. O certo é que iso é así cando somos poucos, pero non sempre cando nos xuntamos moitos, polo que a actitude particular de cada un de nós é crucial para cambiar as cousas. Neste caso citarei aquí a profecía dos indios Bopi: “nós somos aqueles aos cales estivemos a esperar”.
Finalmente está a terceira razón, a do medo. Lamentablemente aquí a cita vai ser local, foi un amigo de Trabada quen me dixo un día “as cousas son doutro xeito onde non hai beirarrúas”. Falabamos do caciquismo, do patrón, do alcalde, do presidente eterno da asociación, de aqueles que exercen o seu papel coma se fora para sempre, e do medo da xente a enfrontarse a eles amosando a súa opinión libremente na rúa. Probablemente esta sexa a máis urxente de eliminar, porque non se pode construír o século vinte e un cos pés fincados na lama antiga do dezanove.