martes, 26 de noviembre de 2013

“Sempre estamos os mesmos!”


Supoño que aqueles que nun momento dado decidimos saír da casa e participar activamente na vida pública, haberá unha maioría que comezamos nas asociacións veciñais, levados por preocupacións sobre temas concretos, locais: unha obra, un problema ambiental, a defensa dalgún dereito... Alí fomos tendo acceso a información, comprendendo que os problemas ás veces veñen de máis lonxe, e implicándonos cada vez máis na procura de solucións xerais a través de ONGs ambientais ou sociais até chegar, ás veces, aos partidos políticos.
Entre quen demos no seu día ese paso, os que participamos nas asociacións culturais, veciñais ou políticas en sentido amplo, e que asistimos con certa asiduidade aos actos convocados por elas, hai unha frase recorrente: “sempre estamos os mesmos!”. É lóxico: os que compartimos as mesmas inquedanzas sociais, políticas e culturais imos seguir a vernos sempre nos actos públicos asociados a elas.
A cousa é que, as veces, aparecen colectivos novos, abertos, sen ideoloxía, sen tradición, que poden ir cara a onde os seus participantes decidan. Ao primeiro somos unha morea de xente... e ao final, sempre quedamos os mesmos!
Para iso teño escoitado varias explicacións. Por unha banda, non todas as persoas contamos coa mesma dispoñibilidade de tempo para dedicarlle á participación no público, por razóns laborais e familiares. Tamén hai outras que, aínda que teñen tempo, non amosan interese en participar, ás veces por non ter abonda información, outras por non ter confianza nos resultados que esa participación (que supón un esforzo) vai levar. Nisto ten bastante que ver a actitude das administracións ante as iniciativas cidadás.
Pero sexamos críticos tamén con nós. Quen xa formamos parte dun proxecto de ideoloxía definida (partido político, sindicato, ONG) debemos ser coidadosos cando -no exercicio da nosa liberdade persoal- nos implicamos noutro proxecto que non a ten: faremos ben en evitar o protagonismo persoal e a repetición do discurso ideolóxico. Ás veces as persoas que se achegan a un proxecto novo -quizais na súa primeira vez, na procura de solucións a un problema persoal, local ou ambiental- atopan nel as mesmas caras e os mesmos discursos que noutras iniciativas xa existentes.
Se algúns -eu o primeiro- imos a todas partes -especialmente se imos en grupo!- co noso discurso político e tomamos o protagonismo, e mesmo defendémolo como “filosofía” das asociacións culturais e veciñais nas que participamos, moi probablemente imos mandar a casa a veciños que tiñan feito o esforzo de saír dela. E acabaremos sendo “os mesmos de sempre”, e -isto é o peor- perdendo a ocasión de enriquecer o noso pensamento coas achegas de nova xente.

martes, 19 de noviembre de 2013

Sobre el barómetro del CIS.- Parte 2


Sigo curioseando con los resultados de las encuestas del CIS. Ahora más rápido porque IU está sacando informes sobre lo mismo, y no quiero que me lo pisen.
En el post anterior me refería a lo que los ciudadanos dicen que van a votar, muy diferente de lo que sale de la cocina del CIS. En este, un breve análisis de quienes no muestran sus preferencias por ninguna opción.
En la siguiente gráfica he incluído las respuestas “abstención”, “voto en blanco”, “voto nulo”, “no sabe”, “no contesta”, y la suma “abstención+no sabe".
He incluído en la serie histórica, que va desde 1996 a la actualidad, las cuatro convocatorias electorales, para observar la relación entre lo que se responde al CIS con lo que finalmente sucede. Es fácil localizar los resultados electorales en el gráfico por los picos de la línea amarilla: la abstención real es sistemáticamente muy superior a la indicada en las encuestas (no hay papeletas de no sabe o no contesta).


Voto nulo: Hasta hace dos años las encuestas nunca detectaron un número de respuestas significativo declarando que se va a realizar un voto nulo, sin embargo en los últimos sondeos es frecuente encontrar un 0,2%. En las elecciones, sin embargo, el voto nulo -tal vez por error- es sistemáticamente superior al declarado, mostrando una leve tendencia creciente, acercándose al 1% en 2011.

Voto en blanco: Al contrario que el nulo, en las convocatorias electorales el voto en blanco ha sido inferior al declarado, rondando el 1%, sin mostrar la tendencia a subir que sí muestra en las encuestas (en las primeras alrededor del 3% y en las más recientes cerca del 7%).

No contesta: Desde el 7,5% de las primeras muestras de la gráfica se ha producido un descenso sostenido hasta alcanzar los actuales valores de 2,5%. Es a mi modo de ver un dato significativo, que habla de madurez democrática y pérdida de miedo a declarar las propias convicciones.

No sabe: Esta respuesta parecía que iba en descenso en las últimas décadas, pasando de valores próximos al 17% a medias del 15%. Sin embargo desde las últimas elecciones ha ido creciendo hasta alcanzar máximos históricos, superando el 21% y quedando sólo detrás del 24% del último sondeo previo a las elecciones del 14M de 2004. Lo interpreto también como muestra de madurez: cada vez más gente se pregunta qué debería votar (y no lo ve claro).

Abstención: La opción de la abstención venía siendo apoyada en las encuestas del CIS por un porcentaje próximo al 10%, que en la anterior legislatura ascendió hasta alcanzar puntualmente el 15%. Los valores actuales superiores al 20% no tienen precendentes
Una curiosidad: la intención de abstenerse muestra una apreciable reducción en los sondeos próximos a las convocatorias electorales, mostrando tal vez el efecto movilizador de las campañas electorales. En las elecciones, sin embargo, la abstención es siempre superior a la que se venía indicando, al incluir a muchos de quienes venían respondiendo NS/NC.
La línea amarilla de la abstención muestra picos que marcan la abstención real correspondiente a las convocatorias electorales. Por ser estos valores similares a la suma de las respuestas “abstención”+“no sabe”, he incluído la línea gris que representa la suma de ambas (como aproximación a la abstención real).
Si esto fuera correcto, y dado que los últimos sondeos dan máximos históricos tanto a la abstención como al “no sabe”, podríamos encontrarnos ante valores previsibles de abstención real próximos al 45%. Como se ve en la gráfica, en las cinco últimas convocatorias nunca superó el 30%. Como en la anterior entrada, estamos ante una situación sin precedentes.

NOTA: Todos los porcentajes de las gráficas son sobre el censo.

martes, 12 de noviembre de 2013

El déficit tarifario, sencillo y rápido



Si cinco proveedores me pueden vender energía eléctrica empleando cinco procesos diferentes, con costes que oscilan entre los 4 y los 70 euros por megavatio, llamar “coste reconocido de generación” al precio más caro y comprometerme a pagarlo a todos ellos es una estrategia estúpida que nadie seguiría con su propio dinero. Cuando se hace así desde lo público es que se ha decidido repartir dinero de los ciudadanos a unos amiguetes.
Tal estrategia provoca un precio de la electricidad desmedidamente elevado, lo que supone grandes perjuicios para ciudadanos, y también para las empresas, que ven reducida su competitividad. ¿Cómo arreglarlo sin perjudicar a nuestros amiguetes? Nuestros gobiernos lo han venido haciendo de forma que en nuestras facturas sólo paguemos parte de esa cantidad inflada, y metiendo el resto debajo de la alfombra, en forma de “déficit de tarifa”, lo que viene a ser dar un “pagaré” a las eléctricas que les permita consignar beneficios y mantener su cotización como empresas solventes y rentables.
Esa deuda asumida, que viene creciendo año a año y engordando además con sus propios intereses, se ha convertido en una carga enorme para el Estado, así que tras casi década y media volvemos a la disyuntiva de reducir los beneficios astronómicos de nuestros amigos o mantenerlos a costa del resto de empresas y los ciudadanos.
Respecto a los ciudadanos..., el gobierno ha decidido contarnos una milonga sobre las culpas del déficit, achacándolo a las renovables, y matar así dos pájaros de un tiro: desvían la atención del injusto método de atribución de costes y eliminan competencia actual y futura.
Respecto a las empresas, las PYMEs al fin y al cabo son los ciudadanos, así que se les aplica la misma ley. Por su parte, a las grandes empresas consumidoras de electricidad (tipo ALCOA, ARCELOR, etc.) se les rebaja el precio a costa de PYMEs y ciudadanos, que ya puestos a dejarse engañar, tragan también con la correspondiente justificación peregrina: en caso necesario, si un día falta energía en algún momento en el sistema eléctrico, pararán su actividad para evitar problemas de desabastecimento. ¿A quién le importa que eso no haya sucedido en las últimas décadas, y que de hecho tengamos una potencia instalada que duplica la que necesitamos?
Y ya que se comenta, tal exceso de capacidad de generación eléctrica se debe a que durante la burbuja los amiguetes de las grandes eléctricas se liaron a construír centrales de gas por si hacía falta más energía y ahora las tienen muertas de risa, ¡sin sacarles beneficios!, ¿no habrá forma de echarles una mano para que devuelvan los créditos que pidieron? ¡Pensemos en los pobres banqueros! ¡Pues claro! Si la ciudadanía traga (¿qué digo traga? ¡se manifiesta para pedirlo!) con los pagos por interrumpibilidad para las grandes consumidoras, que traguen también con un pago (lo llamaremos pago por disponibilidad, vamos, por estar ahí por si acaso) para las centrales que no se usan!
En definitiva, ciudadanos y PYMEs estamos pagando un precio desorbitado por la luz, simplemente porque los gobiernos de los dos grandes partidos se niegan a cambiar el sistema de reconocimiento de costes de las empresas eléctricas, que en lugar de garantizar un beneficio razonable a cada tecnología, paga a todas ellas el precio de la más cara que se emplee cada día.
Ese precio se eleva además con medidas estratégicas, sociales y ambientales como son el apoyo a las renovables y al carbón nacional, así como los costes por interrumpibilidad a grandes consumidoras y por capacidad a grandes eléctricas. De todas ellas, las dos últimas carecen a día de hoy de justificación técnica (sobra capacidad instalada y no es necesario que se interrumpa la actividad de las grandes consumidoras), y sin embargo son los apoyos a renovables y carbón nacional los primeros que el gobierno va a eliminar, abundando en su línea de ponerse a los pies del poderoso.

NOTA: Respecto a la responsabilidad de las renovables en el encarecimiento de la electricidad.
Nuestra tarifa se divide en dos partes, la del precio de la energía y la de los costes regulados. Es cierto que buena parte de los segundos corresponden a las primas a las renovables.
Respecto a la primera parte (el coste de generar la energía) se fija, como decía al principio, en función del coste de la energía más cara que usemos cada día. Como la energía renovable no se almacena, sino que se utiliza cuando se genera, se introduce cada día en primer lugar y a precio cero en el “mix” (el conjunto de las fuentes de energía empleadas). Tras ella se van añadiendo, primero las más baratas y luego las más caras, las restantes fuentes disponibles (nuclear, gran hidráulica a 4€, nuclear a 14€, carbón a 40€, gas a 60€, fuel a 75€), hasta cubrirse la demanda estimada. Por tanto, la energía renovable que dispongamos cada día hará innecesario emplear una energía (antes el fuel a 75€, ahora el gas a 60€) importada y más cara. Si gracias a las renovables no precisamos emplear el gas, por sernos suficiente con la hidráulica, la nuclear y el carbón, el precio alcanzado en la subasta será el del carbón y no el del gas. Así el precio que se pagará por TODA la energía generada en ese día, se habrá reducido, gracias a las renovables, en 20 €/Mw.
Este efecto de reducción del precio alcanzado en las subastas ha supuesto un ahorro en nuestras facturas que compensa sobradamente a nuestros bolsillos la totalidad de las primas recibidas por las renovables (basta pensar que las primas a la eólica, de 20€/Mw, se aplican sólo a la eólica menos de un 20% de la energía consumida, mientras que el sobreprecio de la subasta se aplicaría al 100%). Un detalle muy relevante que se oculta sistemática e interesadamente cuando los grandes medios tratan el tema.
(Más detalles en http://observatoriocriticodelaenergia.org/?page_id=658).

lunes, 11 de noviembre de 2013

Sobre el barómetro del CIS: una píldora contra la depresión



Hay algo peor que sentirse agraviado, robado, y es sentir que nos mean por encima, que dicen que llueve y que nos lo creemos. Todos vemos lo que está pasando, sabemos que hemos entrado en un túnel cuya salida está muy por debajo del nivel en el que entramos, y que al otro lado nada será lo mismo. Sabemos que no tendremos un buen sueldo, que no dispondremos de las comodidades a las que estábamos acostumbrados, que no tendremos el nivel de vida de nuestros padres y que nuestros hijos tendrán menos comodidades que las que disfrutamos nosotros.
Personalmente, para mí eso no es en sí un problema, creo que va a ser algo general, ligado a la desaparición del petróleo de nuestras vidas y al consiguiente encarecimiento de la energía, y estoy dispuesto a vivir con ello. Soy partidario de un decrecimiento consciente y creo que podemos ser felices si se hace en un contexto de cooperación y justicia. Peo no es eso lo que está sucediendo: vivimos un atropello constante y nuestros sacrificios no se encaminan a mejorar la situación de los que están peor que nosotros, algo que sería justo y será necesario, sino al enriquecimiento obsceno de unos pocos.
Así las cosas, la mayor parte de la población se mueve entre la indignación y la resignación, o bien mantiene una suerte de resignación indignada, que resuelve recurriendo al pataleo y la maledicencia contra los causantes de nuestra desgracia. Al menos en eso estamos todos unidos.
¿Todos? ¡No! Las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos martirizan trimestralmente con la noticia de que si tuvieran lugar unas elecciones generales volvería a ganar el PP. Y eso nos hace retorcernos en nuestra desgracia y lo sentimos como sal en nuestra herida. Nos hace desear, como dijo el otro día Pérez Reverte... ¡que llueva napalm!
Ese resquemor es el que me ha llevado a leer los datos de la última encuesta para intentar entender por qué la gente -"con la que está cayendo"- sigue diciendo que en unas hipotéticas elecciones generales votaría al PP. Y ¿qué me encuentro? Pues que la gente no lo dice. Que la intención de voto al PP está en mínimos históricos. Que además ese descenso no se compensa con la subida del otro partido sistémico. Que, en definitiva, el bipartidismo, la alternancia, está herida de muerte. Este gráfico revela las respuestas de todos los sondeos desde el año 96:


En definitiva, es evidente que lo que dice la gente no es exactamente lo que publica la prensa. A partir de estas respuestas, los especialistas del CIS aplican sus modelos e interpretan que, aunque sólo un 12% de los encuestados digan que votarán al PP, al final lo harán un 35%. Sin embargo, la singularidad de la situación es evidente, y los modelos que se hayan empleado en el pasado para estimar el voto ciudadano pueden no ser muy válidos en esta situación.
Voy a dedicarle algo más de tiempo a este análisis, pero de momento me quedo con que no es cierto que la gente siga diciendo lo mismo, no es cierto que el apoyo explícito al PP se mantenga, y en definitiva, al menos un rayo de esperanza ilumina el túnel.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Un líder sen bandeira para o PSOE?


Ao parecer queren volver ás súas orixes, e falan moito de laicidade -a boas horas- pero pouco da economía, de feito que da conferencia política non saíron receitas para saír da crise.
Agora estamos a probar as que defende a dereita neoliberal, que consiste en que os gobernos deixan facer aos donos do diñeiro, que eles saben mellor como van as cousas da economía. A proposta destes é que se baixamos abondamente os nosos salarios e dereitos, e mesmo as garantías ambientais, poderemos producir máis baratos mesmo que os chineses, e poderemos venderlles a eles os nosos produtos. As súas fábricas pecharán e virán aquí a producir, onde todos teremos traballo, aínda que seguramente non como pensabamos que sería, pero menos es nada.
Véxolle algúns problemas a esta visión: Cando traballemos coma os chineses, que farán nos países onde os traballadores fiquen parados? Que propoñen estes economistas para solucionarlles o problema? Que baixen entón os seus salarios por debaixo dos nosos? Onde nos leva esta estratexia?
Outra cuestión é como resolve este modelo os problemas derivados do deterioro ambiental e como garante os recursos (alimentos, agua, enerxía) para todos os habitantes do planeta no futuro, algo que non semella estar nas axendas dos seus promotores.
A proposta do PSOE viña sendo a socialdemócrata. Trataríase de que desde a política se puxeran límites ás ambicións e esixencias dos donos do diñeiro, acoutando os seus salarios e beneficios, poñéndolles impostos e taxas para sacarlles parte dos cartos e repartilos á cidadanía a través de servizos públicos, e establecendo condicións laborais que permitan unha vida de cualidade razoable aos traballadores. Isto é, o que chamabamos o “estado do benestar”.
Esta perspectiva ten tamén os seus problemas. O primeiro é o ético, xa que hoxe todos somos conscientes de que esa forma de funcionar estaba baseada na opresión do resto dos habitantes do planeta a través de inxustas manobras do FMI, do Banco Mundial e da OMC, que obrigaban aos seus gobernos a darlles aos seus cidadáns a amarga menciña que nos están a dar agora a nós.
O segundo é que os partidos socialdemócratas europeos foron asumindo nas últimas décadas os conceptos económicos neoliberais dando prioridade á cultura da competencia, déronlle ás ao capital e agora non son quen de embridalo. A diferencia cos neoliberais é que aqueles son convencidos, partes naturais da estrutura de poder do capital que precisa controlar as decisións políticas, mentres que a socialdemocracia foi asumindo os seus mandatos “porque non se pode facer outra cousa”.
Así, o PSOE foi privatizando os sectores estratéxicos de propiedade estatal, desaparecendo a banca pública, e mesmo rematou incluíndo na Constitución a prioridade de devolución da débeda internacional da banca cos orzamentos públicos por sobre o financiamento dos servizos sociais, amosando a claudicación da súa política tradicional ante o poder e os intereses do gran capital sempre co discurso de que “non hai alternativa”.
É claro que se as empresas que operan nun país explotan aos seus traballadores, non respectan o dereito á saúde dos seus cidadáns e permítense deteriorar a súa cualidade ambiental, poden producir máis barato. Mentres non se limite o dumping social e ambiental no comercio global, non existirá unha competencia xusta. Dentro do discurso da socialdemocracia é obrigado incluír a reforma da Organización Mundial do Comercio para incluír estas limitacións, xunto coa taxación á mobilidade do capital financeiro, recuperar a banca pública ou a re-nacionalización dos sectores estratéxicos co obxecto de garantir á cidadanía o acceso aos servizos básicos de auga, enerxía, transporte, comunicacións, información, etc.
O PSOE fala do retorno ás súas orixes, mais o trazo difuso das súas propostas non permite identificar o espazo ideolóxico na que estas se localizan. Se fora o da socialdemocracia, centrada ideoloxicamente -entre o “todo público” do socialismo e o “todo privado” do liberalismo-, se ben non é en absoluto antisistema, contería propostas que hoxe se descualifican como propostas da “esquerda radical”. Pode hoxe o PSOE recuperar e facer bandeira dun discurso ao que renunciou fai trinta anos e que leva décadas desprezando? Pode volver a un espazo -o da socialdemocracia- que hoxe está placidamente ocupado polos antigos comunistas? E se non pode, que bandeira vai levar o líder que saia das súas primarias?

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Salir de casa



Solo ante el televisor y maldiciendo,
el estómago atado por un nudo,
esa sonrisa cínica y helada,
miedo paralizante del futuro...

Sueñas que quien te hundió vendrá a salvarte
-que quien sigue mintiendo esté en lo cierto,
que el humo que te vende valga algo-,
mientras el mundo cae tras la ventana.

Mañana nos veremos más abajo,
un poquito más pobres y más tristes,
con más amigos pobres y más tristes,
a ver si alguien enciende la esperanza.

Aguardar es una opción ante la tele,
cual niños asustados, desvalidos,
incapaces de asir nuestro futuro,
libres (para elegir quien nos engañe).

Mas también es posible despertar
y agarrarse con fuerza a los iguales,
y crear todos juntos algo nuevo,
y caminar con ellos por las calles.

Porque van germinando las semillas,
y la vida está fuera, “bule-bule”,
Y quien sale y se junta ya no vuelve
a esperar que le cuenten lo que ocurre.

Pues aunque no salgamos por la tele,
nada pasará más que lo que hagamos:
hora es ya de ponerse a la faena
de arreglar nuestro mundo con las manos.

Juntando nuestras fuerzas con las tuyas
haremos más sencilla la tarea:
no hace falta nadar contra corriente,
dejémonos llevar por la marea.



Hoy me salió en plan poético! 
Sólo quería recordaros que el 15M sigue en marcha, sólo que ahora centramos las energías en construir el futuro.

Apaga la tele y sal a buscarnos, allá donde estés hay una asamblea. Juntos pasaremos menos frío.