lunes, 5 de mayo de 2014

25M: El olvido será castigado

Sólo van dos años y medio de legislatura, pero son ya cuatro desde que Zapatero dobló la rodilla y comenzó a aplicar el programa del Partido Popular Europeo, orientado a salvaguardar los intereses de las inversiones millonarias que el gran capital francoalemán hizo en los países del Sur de Europa en la última década. Inversiones que fueron el motor la burbuja inmobiliaria que hundió nuestra economía, y que intentan recuperar íntegras, sin asumir el riesgo que acompaña a los beneficios de cuaquier operación financiera.
Recordemos que para que ello sucediera, el PP y el PSOE han tenido que traicionar a sus votantes, asumir como públicas las deudas privadas, dar dinero sin control a nuestros bancos para que pagaran sus compromisos con los alemanes y modificar la constitución para que cualquier futuro gobierno necesite una mayoría del 66,6% para romper el compromiso antisocial de pagar la deuda externa antes que atender las necesidades de los ciudadanos.
Recordemos que para afrontar ese pago se dió un gran mordisco a los presupuestos, engordado además por unos intereses artificialmente altos debido a los enjuagues de las agencias de calificación, con el beneplácito de la Troika y la sumisión de PSOE y PP.
Ese mordisco es el origen de los recortes en pensiones, salario de funcionarios, educación y sanidad: transporte, comedor, becas, libros de texto, despido de interinos, recorte de salarios, no cobertura de bajas ni jubilaciones, moratoria de oposiciones, ambulancias, medicamentazo y otros repagos.
Con el PP en el gobierno, la política económica se vió aderezada con medidas autoritarias y antidemocráticas como la devolución del control de la RTVE al gobierno de turno y la expulsión de los profesionales independientes de la televisión y la radio públicas (¿alguien recuerda a Toni Garrido o Pepa Bueno?). Además, en aplicación de su conocido plus casposo, reintrodujo la religión en el expediente académico, eliminó la educación para la ciudadanía, intensificó el apoyo a la educación privada desviando fondos de la pública, inició la modificación de la ley del aborto y continúa haciendo concesiones a la Conferencia Episcopal.
La privatización de servicios públicos en todos los ámbitos, incluso con pérdidas económicas para las administraciones, es constante. El ataque al medio ambiente, con la recuperación de propuestas obsoletas como el Trasvase del Ebro o el ladrillazo en la costa, el frenazo a las renovables, son otros retrocesos marca de la casa Popular.
Sin embargo, no olvidemos que en el aspecto económico el alineamiento de PP y PSOE con las grandes empresas es total: a lo largo de estos años hemos visto crecer el coste de los servicios provistos por empresas que antes eran públicas y que fueron privatizadas con la promesa de que la competencia abarataría los costes: los proveedores de electricidad, los combustibles y las telecomunicaciones, trufados de exministros de ambos partidos, son los grandes beneficiarios de la política de puertas giratorias.
En resumen, en estos años de crisis hemos aprendido mucho, hemos sufrido más, y nos queda mucho que pasar por delante. Hoy sabemos que los dos grandes partidos españoles nos mienten en cada campaña electoral, y que luego actúan según los mandados del 1%. También conocemos su nula respuesta ante los innumerables casos de corrupción y su financiación irregular que les da ventaja en las campañas electorales.
Ahora queda saber si vamos a hacer algo por cambiar las cosas, o nos conformamos con lamentarnos en el bar, quien se lo pueda permitir, o llorando por las esquinas, el resto. Si queremos que cambien, el lenguaje que entienden es el del castigo electoral. Nosotros puede que les votemos por lo que dicen que va a pasar o lo que dicen que van a hacer, olvidando por un momento su responsabilidad en lo que nos está pasando: ese olvido nos saldrá caro.
Al día siguiente de su victoria electoral dirán y publicarán que con nuestro voto refrendamos su gestión pasada, incluso que juzgamos sus casos de corrupción y los hallamos inocentes. No sólo no cambiarán, sino que reforzarán sus posiciones e intensificarán sus políticas antisociales. Puede que digan que lo hacen por mandato de la UE, pero esas políticas son las que sus eurodiputados apoyan en Bruselas (¡no soy yo: es mi mano!).

Démosles un susto. Explicitemos nuestro rechazo. Apoyemos OTRAS políticas: salgamos el 25M y echemos OTRA papeleta en la urna.

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