jueves, 5 de marzo de 2015

Recuperación? Qué recuperación?


Ante los patéticos intentos de nuestro gobierno de convencernos de que ya viene lo bueno -aunque sea a base de endeudarnos durante seis meses con obras públicas para hacer ver que ya se crea empleo-, veamos tres gráficas reveladoras. La primera evidencia la conocida relación entre la creación de empleo y el crecimiento económico, y viene a decirnos que sin crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) no hay creación de empleo, al menos no por los mecanismos que venimos utilizando en el pasado medio siglo:


La segunda nos muestra que, al menos en los últimos treinta y cinco años, ese necesario crecimiento económico ha precisado siempre de un incremento del consumo energético:


Finalmente, veamos el escenario futuro asumido por la comunidad científica para la disponibilidad energética mundial. Como se aprecia en la figura, estamos en el pico de la gráfica. Al descenso de la disponibilidad de petróleo, ya iniciado, se viene el del gas en las próximas dos décadas, y luego el del sucio carbón.


En definitiva: el futuro post petróleo ya ha comenzado. No hay reemplazo para la energía que hoy consumimos, y menos un excedente disponible para hacer viable el regreso al crecimiento económico mundial. Y sin crecimiento este sistema no crea empleo neto: hoy estamos repartiéndolo -sin decirlo, porque el reparto del empleo es una reivindicación decrecentista que no se puede admitir por las ideologías tradicionales- a base de eliminar contratos a tiempo completo y crearlos a tiempo parcial: baja el paro, pero las horas trabajadas no suben.

El crecimiento del empleo de estos meses coincide con un repunte de inversión preelectoral por las administraciones (hemos necesitado un 5% de déficit público para conseguir crecer un 2%). Merkel nos permite mover la economía con obra y contratación públicas hasta que pasen las elecciones (como hizo callando con Samaras en Grecia) porque intenta evitar tener a Pablo Iglesias en la Moncloa. Pero seríamos tontos si nos engañáramos: después de noviembre llegará un crudo invierno para purgar este transitorio exceso. Habrá que cumplir con los compromisos... cuando pasen las elecciones.

En definitiva, ¿qué futuro estamos construyendo, con la cabeza hincada el la tierra? Ninguno. El regreso gradual a niveles de energía disponible similares a los pre-industriales hará colapsar la globalización: tanto el transporte como la agricultura convencionales serán inviables en pocos años. Desaparecerán de nuestro paisaje los “alimentos kilométricos” y las grandes cadenas de distribución. Tendremos que producir en nuestro entorno cuanto necesitemos, lo que hace preciso trabajar ya en las estructuras que permitan organizarlo de forma cooperativa y digna.

Tampoco dispondremos de gasóleo para nuestra movilidad y calefacción: debemos fomentar ya la transición energética hacia el ahorro, la eficiencia y las renovables. Promovamos la investigación, educación y la creación de pequeñas empresas de construcción especializadas en eficiencia, y de industria renovable de pequeño formato, distribuída y adaptada a lo local. Precisaremos también una pequeña industria para la provisión del menaje básico, así como para el aprovechamiento de los excedentes del rural.

Y no olvidemos la cultura y el ocio locales, básicos para nuestra felicidad. Las actividades culturales, deportivas y de ocio hacen comunidad, y si algo es seguro es que necesitaremos recuperar el espíritu comunitario que vivieron nuestros padres y abuelos: las personas que tenemos más cerca, nuestra familia, amigas y vecinas serán -volverán a ser- el mayor tesoro. En el futuro post petróleo seremos sin duda más pobres pero, si lo preparamos adecuadamente, podemos ser más felices.

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